Las chicas sin suerte siempre somos espectadoras, nunca protagonistas.
Pero ser espectador o protagonista depende solo de una decisión.
A las chicas sin suerte nunca nos dan un protagónico, siempre somos nosotras las que tenemos que ir, pararnos en el centro del escenario, debajo de la luz, y decir “acá estoy”.
Las chicas sin suerte vivimos lamentándonos por lo que nos tocó en suerte.
Pero cuando nos revelamos, cuando agarramos el toro por las astas, algo empieza a cambiar.
Las chicas sin suerte creemos que somos como una balsa en el mar, a la deriva. Pero podemos nadar, podemos patalear, remar… está bien, tenemos que remar mucho, sí, pero remado llegamos a donde nosotros queremos, no a donde el mar nos lleva.
Ya no necesitamos la suerte, porque la suerte la hacemos nosotras.
Las chicas sin suerte nunca somos amadas. Y como no somos amadas las chicas sin suerte tenemos que hacer algo para que nos amen.
Vos no lo entendés porque vos tenés suerte. Vos vas caminando por la vida y los tipos caen como tarados, pero yo no tengo esa suerte. A mi no me miran, no enloquecen por mí.
Entonces yo la tengo que pelear. Y si me decis que realmente estás enamorada me abro, porque sino no, sino la voy a pelear. Porque así son las cosas para las minas que no tenemos suerte.
Hay chicas que son amadas con solo existir, otras tenemos que remar y remar para que nos miren un poco.La suerte de la fea la linda la desea. Pero la fea no tiene suerte, tiene actitud, ella sabe hacer su propia suerte.
Casi angeles (L)
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